sábado, 16 de abril de 2011

2ª página

Me condujo al interior de un corredor poco iluminado, únicamente dos velas alumbraban nuestro paso, el suelo era de mármol el cual hacía ruido con nuestras pisadas, la casa estaba llena de polvo y telarañas que la daban un aspecto lúgubre por dentro, casi más que por fuera, nos adentramos en una estancia que debía de ser el salón, aquel chico tiró de una palanca situada encima de una enorme chimenea, se oyó un crujido y la chimenea giró, dejando visible un corredor por el que nos precipitamos, sin darme tiempo a decir palabra, en cuestión de segundos nos encontramos en una librería aquel chico pronunció la única palabra que estuve segura que salió de su boca.
-JWPCJSZ-fue lo único que pronunció su boca-este es un conjuro para que el sol no te afecte, el único inconveniente es que dormirás como una humana normal-.
-Gracias, pero ¿Quién eres, como sabes que necesito ayuda?-dije, pues tenía intriga-.
-Las preguntas para después, soy un brujo y por eso se que eres vampiresa y necesitas ayuda, mi nombre es Avalon-dijo a la vez que sacaba un libro-mira, la única persona que te puede ayudar es la misma que te transformó-.
-Pero se fue y en este momento no sé donde está-fue mi única contestación-.
-Pues entonces habrá que buscarla-dijo dejando el libro en la estantería-se que te llamas Jessica, y se quien es tu hermana, pero no puedo saber dónde está, normalmente ya lo sabría pero alguna especie de hechizo me lo impide-.
En ese mismo instante volvió a sonar la voz en mi cabeza, esta vez más intensa y más nítida “Ve hacia el este”, en ese mismo instante, me fíe de aquella voz y dije-Empezaremos por el este-.
-Si tú lo dices así se hará.-dijo Avalon, que aunque aparentaba mi edad, tenía mucha más sabiduría que yo- Nos encontraremos en la entrada del bosque del este al salir del pueblo-.
Nos apresuramos por el mismo camino por el que vinimos, recorriendo el corredor de las baldosas de mármol, que crujían bajo nuestros pies, la única diferencia era que no corríamos y, en vez de entrar salíamos de aquel lúgubre lugar. Nos dirigimos hacia el este, hacia los dominios del rey Arturo, el más cruel de todos los reyes, a mi no me hacía mucha gracia ir hacia esa dirección, pero no nos quedaba otra, lo único que me guiaba era mi instinto, y en ese momento me decía que tenía sed, sed de sangre, sed de vida, nos separamos para atravesar el pueblo y lo primero que hice fue acercarme a un joven en una esquina, pero aquel fue el mayor error de mi vida, debería saberlo, puesto que aquel joven tampoco me rehuía, al principio no lo entendí, pero después, lo comprendí todo, era un hombre lobo, cuando me vio no se asustó.
-No cometas el error de meterte con un hombre lobo-dijo a modo de advertencia-.
En ese momento, me aleje, con miedo de que aquel joven me atacara, pero parecía que olía el miedo.
-No hace falta que huyas-dijo dirigiéndome una mirada asesina-te dejaré, pero ten cuidado-.
Me fui y sacié mi sed con algún que otro humano desprevenido. Me dirigí hacia la entrada del bosque, aunque tenía el presentimiento de que alguien me seguía, oculto entre las sombras y las luces, de todas formas no le di importancia y seguí andando como si nada. Avalon ya estaba ahí no sabía el tiempo que llevaba ahí, pero por su postura, debía haber estado mucho tiempo.
-Has tardado-dijo Avalon confirmando que lo que pensaba era cierto-
-He venido todo lo pronto como he podido-dije, con un tono entre amistoso y de desdén-Tú no te alimentas de sangre-.
-Por eso mismo he traído provisiones, cosa que veo que tú no has hecho-dijo, evidentemente no traje nada para comer-.
-Lo siento…-dije reconociendo mi error-.
Mientras duraba esa conversación, nos adentrábamos en el bosque, aún con la sensación de que alguien nos seguía, aquel bosque era interminable, era un laberinto, dicen que quién entra en el, no sale jamás.

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