sábado, 16 de abril de 2011

3ª página

Me parece que tenían razón, y lo pude confirmar cuando pasamos unos días, aquello parecía un laberinto interminable y lo peor de todo, parecía que Avalon se debilitaba.
-Necesito ir al Manantial de la Luna, me proporciona poder-dijo Avalon pillándome por sorpresa, me cogió de la mano y como si le fuera la vida en ello corrió por el bosque hasta llegar al corazón del mismo, era un lugar oscuro, iluminado únicamente por un manantial, en cuanto lo ví, supe inmediatamente que era el manantial de la luna, pues estaba iluminado claramente por la misma, la luna llena, en aquel mismo instante, la presencia que había sentido al entrar en aquel bosque se hizo más intensa, más nítida, noté como las ramas caídas de los árboles crujían bajo los pies de una persona o una animal que caminaba, que nos seguía desde el principio de aquel viaje, aquello no me tranquilizaba, es más me hacía sentirme indefensa en aquel inmenso muro de árboles que se alzaba sobre nuestras cabezas.
-Cometiste un error-dijo una voz desde mi espalda-.
-¿Quién anda ahí?-pregunté en posición defensiva-.
-Hombres lobo-dijo Avalon sin dejarme responder ni a mí ni a él o a ellos, puesto que no sabía si era uno o varios-.
Un hombre lobo saltó desde una rama-¿Sabes que es lo que más detestamos los hombres lobo?-dijo acercándose sigilosamente-.
No respondí.
-¿No respondes?, lo haré yo por ti, que un vampiro se meta en nuestro territorio-.
-Muchos hombres lobo saltaron de los árboles acorralándonos, ahogando nuestras esperanzas de salir de aquel bosque. Hicieron lo que más temía, atacarnos, cerré los ojos afrontando mi destino, pero notando que no me hacían nada los abrí, para mi sorpresa los hombres lobo no estaban.
-¿Qué ha pasado?-pregunte dirigiéndome a Avalon-.
No lo sé…-dijo con la misma intriga que yo y rascándose la barbilla con posición pensativa. Bebió del manantial y parecía que sus fuerzas volvían a brotar, volvían a la vida, miré e agua del manantial y me encontré lo que nunca me había esperado: los hombres lobo estaban reflejados en él, pero no desde fuera, estaban dentro de él, de alguna manera aquel manantial nos había protegido…
Continuamos caminando, días y noches, noches y días, con la esperanza de algún día encontrar la salida de aquel laberinto, y gracias a nuestras esperanzas o solo por pura suerte, la encontramos.
-¡Mira ahí está la salida!-dije entusiasmada con la idea de salir de aquel interminable laberinto de ramas y hojas-.
-Cierto…-dijo Avalon manteniendo la calma-.
-No me puedo creer-dije con un hilillo de voz que se llevó el viento-.
-Algún día tenía que ser-dijo Avalon con tono burlón-.
Nos acercamos a la luz, la luz de la esperanza, la luz que indicaba el final de aquel viaje. Allí me encontré lo que menos me esperaba…

2ª página

Me condujo al interior de un corredor poco iluminado, únicamente dos velas alumbraban nuestro paso, el suelo era de mármol el cual hacía ruido con nuestras pisadas, la casa estaba llena de polvo y telarañas que la daban un aspecto lúgubre por dentro, casi más que por fuera, nos adentramos en una estancia que debía de ser el salón, aquel chico tiró de una palanca situada encima de una enorme chimenea, se oyó un crujido y la chimenea giró, dejando visible un corredor por el que nos precipitamos, sin darme tiempo a decir palabra, en cuestión de segundos nos encontramos en una librería aquel chico pronunció la única palabra que estuve segura que salió de su boca.
-JWPCJSZ-fue lo único que pronunció su boca-este es un conjuro para que el sol no te afecte, el único inconveniente es que dormirás como una humana normal-.
-Gracias, pero ¿Quién eres, como sabes que necesito ayuda?-dije, pues tenía intriga-.
-Las preguntas para después, soy un brujo y por eso se que eres vampiresa y necesitas ayuda, mi nombre es Avalon-dijo a la vez que sacaba un libro-mira, la única persona que te puede ayudar es la misma que te transformó-.
-Pero se fue y en este momento no sé donde está-fue mi única contestación-.
-Pues entonces habrá que buscarla-dijo dejando el libro en la estantería-se que te llamas Jessica, y se quien es tu hermana, pero no puedo saber dónde está, normalmente ya lo sabría pero alguna especie de hechizo me lo impide-.
En ese mismo instante volvió a sonar la voz en mi cabeza, esta vez más intensa y más nítida “Ve hacia el este”, en ese mismo instante, me fíe de aquella voz y dije-Empezaremos por el este-.
-Si tú lo dices así se hará.-dijo Avalon, que aunque aparentaba mi edad, tenía mucha más sabiduría que yo- Nos encontraremos en la entrada del bosque del este al salir del pueblo-.
Nos apresuramos por el mismo camino por el que vinimos, recorriendo el corredor de las baldosas de mármol, que crujían bajo nuestros pies, la única diferencia era que no corríamos y, en vez de entrar salíamos de aquel lúgubre lugar. Nos dirigimos hacia el este, hacia los dominios del rey Arturo, el más cruel de todos los reyes, a mi no me hacía mucha gracia ir hacia esa dirección, pero no nos quedaba otra, lo único que me guiaba era mi instinto, y en ese momento me decía que tenía sed, sed de sangre, sed de vida, nos separamos para atravesar el pueblo y lo primero que hice fue acercarme a un joven en una esquina, pero aquel fue el mayor error de mi vida, debería saberlo, puesto que aquel joven tampoco me rehuía, al principio no lo entendí, pero después, lo comprendí todo, era un hombre lobo, cuando me vio no se asustó.
-No cometas el error de meterte con un hombre lobo-dijo a modo de advertencia-.
En ese momento, me aleje, con miedo de que aquel joven me atacara, pero parecía que olía el miedo.
-No hace falta que huyas-dijo dirigiéndome una mirada asesina-te dejaré, pero ten cuidado-.
Me fui y sacié mi sed con algún que otro humano desprevenido. Me dirigí hacia la entrada del bosque, aunque tenía el presentimiento de que alguien me seguía, oculto entre las sombras y las luces, de todas formas no le di importancia y seguí andando como si nada. Avalon ya estaba ahí no sabía el tiempo que llevaba ahí, pero por su postura, debía haber estado mucho tiempo.
-Has tardado-dijo Avalon confirmando que lo que pensaba era cierto-
-He venido todo lo pronto como he podido-dije, con un tono entre amistoso y de desdén-Tú no te alimentas de sangre-.
-Por eso mismo he traído provisiones, cosa que veo que tú no has hecho-dijo, evidentemente no traje nada para comer-.
-Lo siento…-dije reconociendo mi error-.
Mientras duraba esa conversación, nos adentrábamos en el bosque, aún con la sensación de que alguien nos seguía, aquel bosque era interminable, era un laberinto, dicen que quién entra en el, no sale jamás.

viernes, 15 de abril de 2011

1º página, 1ª ilusión

Quiero volver a ser yo 

Nací en Transilvania en el año 1796, toda mi familia eran vampiros desgraciadamente yo no. Cuando tenía 9 años me escapé de casa por miedo a que alguien de mi familia me traicionara, fue hacia el bosque, de repente me desmayé, cuando me desperté estaba al lado de mi hermana.
-Demasiado tarde.-dijo con voz profunda-.
 Al principio no entendí nada pero en cuanto vi mi cuello ardiendo, en seguida lo comprendí todo, me había convertido en uno más.
-¿Cómo has podido?-dije, aún sabiendo que moriría sin comida ni agua en aquel bosque. Para mi sorpresa mi hermana no estaba ahí, en cambió oí una voz “No huyas de tu destino”, aquella voz me era familiar, pero lo que más me sorprendió era que no venía de el exterior, sino de dentro de mí.
Corrí hacia el pueblo más cercano, para encontrar cobijo pero lo único que hallé era gente que me rehuía.
-¡Un vampiro!-exclamó un hombre.
-No es posible-decía una mujer tartamudeando.
En una esquina hallé lo único que atrajo mi atención, era un joven, estaba apoyado en la pared de un gran edificio, aquel joven no me rehuía, es más por mucho que me acercara no alzaba la mirada fija en una baldosa de aquella acera, me acerqué.
-Buenas…-fue lo único que oí, de todas formas no estaba segura de si había salido de su boca o era el viento, o simplemente yo, que imaginaba oír palabras nunca dichas.
-Buenos días-dije aún con la duda de si aquellas palabras habían sido pronunciadas.
El joven alzó la mirada-Puedo ayudarte-aquellas palabras me daban aliento, a la vez que me inspiraban confianza, me cogió de la mano y me guió hasta una casa, que a mí se me antojó siniestra.